miércoles, 14 de abril de 2010

Brevísimo apunte sobre PT



En la marquesina del Teatro Metropolitan yacía un nombre que traducido a nuestra lengua me remite a una descripción insulsa de algún sitio en nuestro kafkiano México. Pero tras las letras que forman Porcupine Tree y 132 minutos de pura intensidad sonora que acontecieron hoy miércoles por la noche, existen no menos que pinceladas de genialidad musical y profundidad existencial.

Como si el ambiente y el público se hubieran fundido en una sola cuerda, Steven Wilson y su banda se encargaron de empujarnos por una vereda emocional y aural de tensión-distensión en todo momento. La elegancia de la banda sublima los extremos y este árbol no tiene reparos en alternar delicadas y dulces sonoridades con amasijos enteros de densidad.

Como si el teatro Metropolitan se encontráse en cimientos, el concierto que hoy hemos presenciado se ha encargado de re erigir y moldear el espacio de nuevo. Ante nosotros se ha mostrado una banda madura, balanceada y con un portento digno de las grandes leyendas de la música que exuda intensidad y pasión por lo que hace.

Mi piel ha vibrado toda la noche ante el increíble vaivén propuesto por PT.

Me he quitado el sombrero ante la determinación musical y profesionalismo de quien se atreve a presentar su nuevo álbum entero de principio a fin y sin cortes.

Aplaudo al compromiso y a la entrega con las creaciones personales.

Recibo con los brazos abiertos el carácter flematico típicamente inglés pero sazonado con destellos de
buen humor.

Celebro que el público mexicano aprecie a quizás una de las últimas bandas que lleva el estandarte no sólo del rock progresivo, sino de música de a más alta calidad.

Ansío ya el día en el que me encuentre de nuevo en el sublime camino del puntiagudo árbol.

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