viernes, 20 de marzo de 2009

Una personal aproximación a Radiohead


Lunes por la mañana me encontraba en el Aeropuerto soñando con la idea de tomar un avión a cualquier destino... pronto me encontraba embarcándome en una salida furtiva en mi cama por sólo un instante... tiempo después estaba durmiendo placidamente y terminando de cocinar una espera de 12 años...

Horas más tarde la procesión hasta el Foro Sol fue una suerte de exorcismo para reincorporarme a la realidad: pronto estaría viendo aquella banda de la que recuerdo con precisión haber vivido la experiencia de comenzar a escuchar Airbag y detonar mi imaginación con un disco mágico que inició un peculiar romance.

Despojando a Radiohead de su status quo varias visitado y revisitado, me encontré frente a una banda desnuda en su más enigmática naturaleza llena de apasionantes contradicciones.

15 Step tomó por asalto el inicio de una aventura de casi 2 horas y 23.5 canciones, 23.5 intenciones disfrazadas de nocturnos matizados por una banda que sorprende por igual al acercarse al fraseo de una canción mínima como Nude o al frenesí catártico de Idiotheque.
Sin duda mucha de su magia consiste en la profundidad y precisión de su sonido en vivo, del especial cuidado por lograr una atmósfera perfecta embalsamada con la vena de Yorke y Greenwood en especial.

Radiohead apuesta en todo momento por una experiencia sonora y visual hilvanada a través de contrastes emotivos y sensoriales. El trasfondo del escenario no es más un pretexto anecdótico y mediático, sino que constituye un potente discurso por si mismo: elegante, misterioso, ambivalente y en perfecta sintonía con la eterna búsqueda de un lenguaje propio y totalmente contemporáneo.

En su música existe siempre una dicotomía de un hermetismo melancólico a la par de una belleza que se extiende a cualquiera que se deje llevar de la mano a parajes conocidos, alienados, sutiles y hasta existenciales. Presenciarlos con la piel, con las pulsaciones de su música, con la cabeza en otro lugar, en ese mismo y en todos a la vez ha sido una de las experiencias más coloridas que he sentido, una oda a lo portentoso, a lo discreto y a la flema de una vida que en momentos discurre sin mayores sobresaltos pero en la que también existen estos pequeños goces que me acompañarán hasta el final.

1 comentario:

  1. Adrián. Me gusta la manera en que abordas la experiencia del concierto desde tu particular sensibilidad. Resulta muy poética.
    Te invito a leer mi reseña desde el blog con el que firmo.
    Un gran abrazo!
    Angélica

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